Cantidad de tarta que me he comido (gráfico autoreferente)

viernes, 2 de noviembre de 2007

SATÉLITE CEEP ARANJUEZ

El pasado sábado 27 de octubre se disputó en el Gran Casino de Aranjuez el primero de los dos satélites freeroll en vivo de la CEEP. Los cinco primeros se ganarían una plaza para la final de la CEEP, que tendrá lugar el sábado 8 de diciembre en el Casino Gran Madrid.

Naturalmente, ni yo ni mi mujer podíamos faltar a esta cita. Así que llegamos sobre las 16:00, hora a la que se suponía que comenzaba el registro. Y ese día quería poner en práctica un estilo de juego en torneos recientemente renovado, tras arduos estudios y la contemplación de los grandes en el EPT y el WPT de Barcelona, bastante más loose y agresivo de lo que venía siendo habitual en mí.
Al llegar, comprobamos que el registro empezaría con un retraso de unos 20 minutos, así que aprovechamos para comernos un sandwich y saludar a los conocidos. A los primeros que vimos fue a los Pablos que acaban de empezar a organizar desde hace un mes un torneo de 20+5 euros en un local en Madrid. Cuando me enteré, me pareció una buena iniciativa para aquéllos como yo, que no tenemos una economía que nos permita jugar habitualmente torneos de 200 ó 300 euros mínimo. Desde aquí animo a todos los posibles interesados. En cualquier caso, en el último torneo que organizaron (de hecho, el primero), les comenté acerca del CEEP y, finalmente, se animaron a participar. A uno de ellos creo que no le fue muy mal porque terminó el 18º.

Por fin, nos registramos y nos sentamos en nuestras mesas.

La verdad es que me tocó una primera mesa dificililla, con maestros de la talla de Kocoliso o Ismaelpsx. Pero también fue una mesa bastante divertida. Llegó a convertirse en un cazacabezas, ya que alguien le puso precio a la cabeza de Kocoliso, y el ejemplo empezó a cundir. Sin embargo, nadie resultó eliminado en esta mesa antes de su ruptura. Mi mujer comenzó en la mesa de al lado, con Kriville como máximo exponente, pero no tuvo tanta suerte como en otras ocasiones y cayó pronto.

Al romperse mi mesa, me tocó la de Kriville. Pero no pasó mucho antes de que también ésta se rompiera y me tocara otra adyacente. Hasta ese momento, sin grandes botes, pero también sin grandes pérdidas, me estaba consiguiendo mantener en la media o un pelín por debajo.




En esta mesa casi sufro un duro golpe al aceptar un all-in con AKo. Yo había realizado una subida estándar en primeras posiciones y un jugador de últimas me metió la caja, que eran unas 8.000 fichas. Yo le cubría, pero por poco, así que la decisión fue difícil. Acepté por tres motivos. El primero, porque me había empezado a alejar incómodamente de la media de fichas y tocaba hacer algo al respecto. El segundo, porque hacía no muchas manos le había sacado al mismo jugador bastantes de sus fichas con dos dieces y tal vez trataba de resarcirse, quizá aprovechándose de su posición. Y el tercero, porque en otro torneo me había metido en un all-in múltiple con ese mismo jugador y resultó no tener más que una K y una J en aquella ocasión. Así que me dejé llevar por mi intuición y acepté el all-in. No me sorprendió mucho ver su QJ. Lo que sí me produjo un cierto shock fue ver una Q en el river. Ya casi había dado por perdidas mis fichas y él estaba descorchando el champán, cuando alguien se percató de que las cuatro primeras cartas, 2, 3, 4 y 5, me daban escalera. ¡Menos mal! Desde aquí agradezco a ese alma caritativa (que no fue precisamente el dealer, y no quiero con ello insinuar nada).

Esta tercera mesa también se rompió en no mucho tiempo. Hasta Juanzo, uno de los organizadores, se dio cuenta de la casualidad que era que siempre cayera en una mesa condenada a ser rota a continuación.

Mi cuarta mesa, afortunadamente, duró más. Y en ella se estabilizaron mis fichas siempre algo por encima de la media, pero con botes medios y pequeños. Y durante bastante rato estuve contando mal mis fichas, de tal manera que siempre estaba contando 5.000 fichas menos de las que realmente tenía. Sin embargo, no creo que eso afectara en casi nada a mi juego.







Después, pasé a otra mesa. En ella mi suerte sufrió un serio revés cuando ya quedabamos sólo dos mesas en marcha. Con A10o hice accidentalmente un miniraise (quería hacer una subida estándar, pero conté mal), que fue respondido por un all-in de un jugador short-stacked. Le estudié los gestos un rato. La verdad es que percibí una cierta inseguridad en su mirada. Además, me dio la impresión de que estaba tratando de robarme, quizá viendo cierta debilidad en mi miniraise. Tras pensarlo un tiempo, hice call, para terminar viendo sus rockets. Creo que el cansancio pudo con mi capacidad de observación. El caso es que llegué a la mesa final con sólo 5.900 fichas.

Pero una mesa final en vivo es algo que hay que vivir. La expectación que se genera, los preparativos de la organización, la presentación de los jugadores a bombo y platillo,... son sensaciones estupendas. No creía que fuera aguantar mucho, estando la ciega grande en 2.000, si no recuerdo mal, pero ya sólo estar ahí era más que suficiente.

Se sorteó el botón y me tocó ciega pequeña. En la primera mano, a medida que iba viendo cómo todos los jugadores se tiraban, tomé la decisión de hacer un all-in si me llegaba la mano foldeada, independientemente de las cartas. Efectivamente, nadie entró en el bote, así que, sin mirar siquiera las cartas, metí el resto. La ciega grande no tuvo que pensarlo mucho, así que levantamos las cartas y mi A10o ganó. Este movimiento levantó pasiones entre los asistentes. Si ya me encontraba de vicio en la mesa final, ahora estaba en una nube.


Aguanté bastante rato, metiendo ocasionales all-in's. Uno de ellos fue con AJ, siendo visto por uno con AK. Me vi muerto, pero salieron dos preciosas Jotas en el board que me dieron un poco más de tiempo. Al menos, vi ser eliminados a hasta tres jugadores, lo cual me hizo albergar ciertas esperanzas. Sin embargo, todo se vino abajo en una mano en la que otra vez estaba en ciega pequeña y nuevamente me vino la mano foldeada. En esta ocasión, sí que vi las cartas y eran dos nueves, así que hice un all-in de libro. Otra vez, la ciega grande me hizo call (no puedo reprochárselo, porque sólo le suponía poner poco más de 10.000 fichas de sus casi 70.000) y mostró A5. No estaba mal, hasta que apareció el As en el turn. Así, terminé 7º (y no 9º, como dicen los resultados oficiales, pero como no hay premio, me da un poco igual).
Me lo pasé muy bien las casi 11 horas que estuve jugando. Me sentí bastante cómodo todo el tiempo, entre amigos. Casi todo eran bromas, risas y diversión, sin malos rollos. Hasta siendo eliminado, me fui con una gran sonrisa. Sin embargo, cuando ya sólo quedaban seis jugadores, sólo vi tensión y angustia durante la más de media hora que tardó en ser eliminado el sexto. Ya nadie se divertía. A alguno hasta se le veía realmente crispado. Es una pena que esto suceda. Yo creo que hay que divertirse hasta en la derrota. Si eres bueno, las derrotas también deben formar parte de tu juego, pero sabes que también llegan los triunfos, con lo que no hay que estar preocupado. Si estás empezando, hay que tomárselo como un aprendizaje y llegar a la mesa final, aún sin premio, es un gran triunfo. Y si eres malo, entonces no deberías estar ahí y punto. Creo que ni siquiera en la mesa final del evento principal de la WSOP debería haber hueco para las malas caras.
Ahora espero que esto no haya sido nada más que un golpe de suerte y que empiece a frecuentar las mesas finales y, por qué no, los grandes premios.